Porqué los castigos no funcionan y solo empeoran las rabietas (y qué hacer en vez)
El objetivo del castigo es que los niños "aprendan una lección" y no repitan una conducta específica. Esta práctica se basa en la creencia de que las consecuencias negativas disuadirán a los niños de comportarse de manera inadecuada.
Al imponer un castigo, los padres y educadores esperan que los niños asocien su mal comportamiento con una consecuencia desagradable, lo que supuestamente los motivará a evitar dicho comportamiento en el futuro. En teoría, el castigo debería corregir el comportamiento y guiar a los niños hacia una mejor toma de decisiones.
Sin embargo, investigaciones y estudios en psicología infantil han confirmado que el castigo tiene un efecto adverso. En lugar de enseñar a los niños a comportarse mejor, el castigo a menudo genera miedo, resentimiento y ansiedad.
Los niños castigados pueden sentirse humillados y confundidos, lo que puede deteriorar su autoestima y su relación con los padres o educadores. En muchos casos, el castigo no logra abordar la causa subyacente del mal comportamiento, lo que significa que los niños no aprenden las habilidades necesarias para manejar mejor las situaciones en el futuro.
Además, el castigo puede llevar a que los niños desarrollen comportamientos más desafiantes o a que simplemente escondan sus acciones para evitar ser castigados, en lugar de realmente entender por qué su comportamiento fue inapropiado. Este enfoque punitivo no fomenta un aprendizaje positivo ni el desarrollo de la autorregulación emocional.
En vez de funcionar, los castigos causan efectos como:
- Siembran ira y rabia 😡
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Modelan el uso de poder, intimidación, temor y a veces violencia 👊
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Eventualmente pierden su efectividad ⏰
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Marchitan la relación 👨👩👦 y oportunidad de aprendizaje intrínseco
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Hacen que los niños 🧒 sean más egocéntricos
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Logran la conducta por "temor" y no por real aprendizaje
Cuando castigamos y obtenemos el mismo resultado nuevamente o uno de estos efectos adversos, tendemos a incrementar el castigo o asignar una consecuencia extrema, y esto solo empeora la reacción del niño.
En contraste, métodos basados en la disciplina positiva y el refuerzo de comportamientos adecuados han demostrado ser mucho más efectivos para enseñar a los niños a comprender las consecuencias de sus acciones y a desarrollar habilidades de afrontamiento y autocontrol de manera saludable y constructiva.
¿Qué podemos hacer en vez de castigar?
Modelar la conducta: mostrarle a tus hijos con tu ejemplo lo que sí se debe hacer
Una de las formas más efectivas de enseñar a los niños es a través del modelado de conducta. Los niños aprenden observando a los adultos a su alrededor, especialmente a sus padres y cuidadores. Al mostrarles con nuestro ejemplo lo que sí se debe hacer, les proporcionamos un modelo claro de comportamiento positivo.
Por ejemplo, si queremos que nuestros hijos hablen con respeto, debemos asegurarnos de hablarles y hablar con otros de manera respetuosa. Al demostrar comportamientos como la empatía, la paciencia y la honestidad, estamos enseñando a nuestros hijos a incorporar estos valores en sus propias vidas.
Este enfoque no solo ayuda a los niños a entender lo que se espera de ellos, sino que también fortalece la relación entre padres e hijos basada en la confianza y el respeto mutuo.
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Implementar consecuencias naturales y/o lógicas: la consecuencia debe sentirse relacionada con la conducta o situación
Las consecuencias naturales y lógicas son herramientas efectivas para enseñar a los niños la relación entre sus acciones y los resultados que estas generan. Una consecuencia natural es aquella que ocurre de manera automática como resultado directo del comportamiento del niño.
Por ejemplo, si un niño deja sus juguetes en el patio y estos se mojan con la lluvia, aprenderá que debe guardar sus juguetes para protegerlos.
Por otro lado, las consecuencias lógicas son aquellas que se implementan por los padres y están directamente relacionadas con la conducta del niño. Si un niño no hace su tarea, una consecuencia lógica sería perder el tiempo de juego hasta que complete sus responsabilidades. Este tipo de consecuencias ayuda a los niños a entender la lógica detrás de las reglas y a desarrollar un sentido de responsabilidad y autocontrol.
Establecer límites claros y darles seguimiento: dejarles saber qué sucederá cuando crucen el límite y ser constantes y firmes con la consecuencia
Establecer límites claros es esencial para proporcionar a los niños una estructura y un sentido de seguridad. Es importante comunicar claramente cuáles son las expectativas y las reglas del hogar, y asegurarse de que los niños comprendan las consecuencias de cruzar esos límites.
Una vez establecidos, es crucial darles seguimiento de manera constante y firme. Esto significa que si se ha establecido una consecuencia para un comportamiento específico, los padres deben aplicarla cada vez que se infringe la regla.
La consistencia en la aplicación de las consecuencias enseña a los niños que las reglas son importantes y que hay consecuencias por no seguirlas. Además, ayuda a prevenir la confusión y asegura que los niños comprendan y respeten los límites establecidos.
No ceder ante un límite cuando hay una reacción: no romper el límite ni cambiar las reglas para que deje de llorar o de hacer una rabieta
Cuando los niños reaccionan emocionalmente a los límites establecidos, es fundamental que los padres mantengan la calma y no cedan ante el límite.
Ceder o cambiar las reglas en respuesta a lloros, rabietas u otras reacciones emocionales puede enviar un mensaje equivocado al niño, enseñándole que puede evitar las consecuencias o cambiar las reglas a través de comportamientos desafiantes.
En lugar de esto, los padres deben mantenerse firmes y consistentes, reafirmando los límites y aplicando las consecuencias previamente establecidas. Esta firmeza no solo ayuda a los niños a entender que las reglas son inamovibles, sino que también les enseña a manejar sus emociones de manera más efectiva. Con el tiempo, los niños aprenderán a respetar los límites y a desarrollar mejores estrategias para lidiar con la frustración y otras emociones fuertes.
Próximos pasos
Ya hemos conversado sobre porqué los castigos no funcionan y qué hacer en vez, y puede que te lleves mucho que implementar con tus hijos. Si deseas ampliar este tema y entender cómo colocar y mantener los límites sin volverte loco o perder el control cuando inevitablemente, tu niño responda con llanto o rabietas, te recomiendo mi curso Disciplina Consciente.
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